Desde que a finales del siglo XIX la Historia de Arte circunscribió su ámbito y delimitó sus enfoques constituyéndose en una disciplina académica, algunos historiadores del arte han reflexionado sobre la relación que existe entre el objeto de estudio y las herramientas de análisis. Enfrentar este dilema resulta ineludible en la actualidad dado que la imagen digital y sus dispositivos —la computadora y el cañón— se han transformado en un recurso imprescindible en el salón de clases. Aún más, internet hizo posible que los grandes museos pusieran al alcance de un click sus colecciones. Aficionados y especialistas navegan en un mar infinito de recursos que parecen ampliar sin límites los horizontes visuales y la capacidad de procesar información.
Entonces ¿Continuamos utilizando la computadora y el cañón como un proyector de diapositivas y acopiamos imágenes en dispositivos como guardábamos nuestra colección de fotografías? ¿Usamos internet como un banco de datos del que extraemos aleatoriamente información? o ¿El acceso a grandes acervos de imágenes, en formatos digitales de muy buena calidad, ha comenzado a cambiar nuestra forma de hacer Historia del Arte?
Para comenzar a enfrentar estas preguntas es necesario evaluar las posibilidades y los límites de estos recursos. Un punto de partida posible es examinar qué podemos hacer con las páginas web de tres grandes museos que han incorporado de manera efectiva la tecnología digital, tanto para actividades académicas y educativas, como para la difusión cultural: Museo Nacional del Prado, The Metropolitan Museum y Rijkmuseum.